A lo largo del recorrido por el convento
pudimos ir encontrando elementos que nos transportaron a cómo era la vida en
aquel convento, así como encontrarnos con un sin fin de piezas que narran las
intervenciones extranjeras que han tenido lugar en nuestro país.
El recorrido es interesante ya que el
exconvento cuenta con muchas habitaciones y es un edificio arquitectónicamente
muy valioso que hace que la visita sea muy agradable.
Fuimos avanzando por las salas, que se
dividen en: Introducción, Independencia, Intervención española, de 1829,
Intervención francesa o guerra de los pasteles, de 1838 a 1839; Intervención
norteamericana, de 1846 a 1848; Intervención francesa, de 1862 a 1867;
República restaurada; Porfiriato; Revolución e intervención norteamericana, de
1914 a 1916.
La información que se nos muestra es
bastante clara, aunque uno se va dando una idea general de las intervenciones y
tu imaginación recrea esos años.
La qué más nos llamó la atención en el museo, fue la Sala de la Intervención Francesa (de 1838-1839). Las
piezas que se encuentran en exhibición explican los móviles de Francia que, a
través de su “diplomacia” trataron de imponer tratados comerciales
desventajosos para México, entonces utilizaron como último recurso la presencia
de su armada que se encontraba en ese momento en las aguas veracruzanas.
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